jueves, 8 de julio de 2010

EL LAGAR DE LA VIÑUELA
ARTURO REYES 1897 (III)

Monumento a Arturo Reyes - Parque de Málaga
Foto extraída de Wikipedia

     Como anexo al artículo, relaciono todos los nombres y apodos relevantes a los que se hace mención en la novela. He contrastado que muchos de ellos son conocidos por nuestros mayores, y sé que a muchos les traerá algún recuerdo que otro.


Salustiano "El de Casariche"                  Juan "El Cantudo" 
José “El de Utrera”                               Antonio "El Pájaro"
Toñico “El de la Encrucijá”                   Iñigo Pedrosa
Ortega “El de Casaya”                           Belloto
Tovalín                                                  Currita "La del Aceitero"
Salvaorico (maestro de Los Verdiales)   Curruco "El de Mendieta"
Don Lesme                                            Juan "El Chacho"
Santiago                                                Rosita "La de los López"
Toñate (cartero de Almogía)                 Tío Musarañas
Sacristiana                                            Toñuela "La del Molino"
Parroco de la Viñuela                            Estébanez “El Cojo” 
Antonio “El Arrabalero”                        Antoñico “El Nomeapuntes”
Juanillón “El ventero”                           Tía Zerona
Dolores “La Viñuela”                             Chuchumecas
Pepe “El Chivatín”                                Calderón
Antoñico “Melones”                              Millán
Tovalico “El Testaferro”                        Cornetín “El porquero”
Sebastián Cárdenas                               Cuco
Alfonsico Ribalta                                   Rubiato de Osuna
Sebastián Brioso                                    Pepe Estebanez
Gonzalo (hijo del posadero de Casabermeja)
Niño de Morón                                      Morenos de Quintín
Chato de Benamejí                               Tío Quintanilla (panadero Pto de la Torre)
Urdiola                                                  Garduño (tabernero Puerto de la Torre)
Cabrera “El Potronsillo”                        Mangano (estanquero Puerto de la Torre)
Enrique Miranda “El de Almogía”          Anselmo el Currinchela
Mazagatos                                             Antonio el Manchao
Toval “El Churumbero”                         Juan el Chiripero
Anselmo                                                Pepita la Afligía
Juliana “La Pecosa”                              Centenera
Araceli

     Igualmente, durante el discurrir de la novela también se mencionan muchos lugares conocidos y próximos al Lagar de Zapateros.


Lagar del Fraile                                    Lagar de Ponce
Cortijo de Finojoz (¿?)                         Calle del Negrete de Almogía
Puerto de la Torre                               Mirandola
Ermita                                                 Jotrón
Casa de la Palomas                               Roalabota
Cortijo de Millán                                  Caserío de los López
Venta de las Palomas                           Barranco del Sol
Cañailla de Ponce                                 Cortijo de la Lechuguita
Parador de San Rafael

     Al margen de todo lo ya expuesto, os dejo la bella descripción que hace Arturo Reyes del Lagar de Zapateros:


La casa del cortijo se parecía á todas las de los contornos; había sido edificada bajo la dirección del arquitecto del partido – un peón de albañil retirado del oficio,- y estaba formada por un portal y anteportal en una pieza entrelarga, con una puerta frente á la de la calle que ponía en comunicación con otro aposento, en uno de cuyos ángulos, sobre enorme fogón, veíase una gran caldera fuera de uso.

Desde esta misma habitación podíase salir á los corrales, ó penetrar en la bodega llena de enormes tinajas, ó ascender al piso principal, compuesto de amplísima antesala, y un pequeño corredor con varias habitaciones, utilizadas unas como graneros y otras como dormitorios.

El anteportal era, por decirlo así, la vivienda común, y en su decorado veíase tanto la mano hacendosa de Dolores como la de su pulcrísima antecesora: blancas las paredes; en la alacenas, sin puertas, limpísimos los platos y los objetos de cristal, y a demás adornados con matas de romero; sobre la chimenea los peroles como ascuas de oro, y encima de la segunda puerta, en apolillado marco de caoba, un San Juan Evangelista en cromo capaz de hacer escéptico al más creyente.

Diez ó doce sillas de pino blanco y aneas; cuatro cántaros colocados en correctísima formación en la limpia canterera, un mesa enorme y tres escopetas vizcaínas, colocadas en la pared en forma de trofeo, completaban el rústico mobiliario.

      De la era y la trilla nos cuenta:
La cumbre aplanada del monte colindante con el camino forma, uniéndose á la carretera, hermosa planicie de donde arranca, como ya hemos dicho en capítulo anterior, el pedregoso carril que conduce al cortijo.

En esta planicie de tierra roja, que por dos lados muere en las faldas de los colinas, y por las otras en dos pintorescas cañadas, al lado de un corral, destácase la era donde los del lagar trillan el grano, y desde la cual se dominan los montes salpicados de caseríos, que van á morir en las estribaciones de la sierra de Antequera.

Era la hora en que el sol se despide; sus últimos resplandores cubrían de oro y de púrpura el encendido ocaso; iluminábase el celaje con todos los colores del iris en maravilloso desconcierto, y las cumbres recortaban con sus crestas desiguales el diáfano horizonte.

Todo yacía en religosa quietud; sólo era turbado el silencio por el canto dulce y quejumbroso de la trilla, interrumpido á veces por el acordado grito con que anima, de cuando en cuando, á la fatigada cobra el rústico cantaor.

Era Bernardo el que cantaba; veíasele á los últimos reflejos de la tarde, de pie sobre el ligero trillo, en una mano el ramal con que dirigía los robustos caballos, en la otra crujiente látigo, echaba hacia atrás la gallarda figura, recorriendo la era en todas direcciones, mientras Dolores, viergo en mano, cuidaba de que no rebasase el círculo la desgranada espiga.

5 comentarios:

PandaVerdiales dijo...

"Era la hora en que el sol se despide; sus últimos resplandores cubrían de oro y de púrpura el encendido ocaso; iluminábase el celaje con todos los colores del iris en maravilloso desconcierto, y las cumbres recortaban con sus crestas desiguales el diáfano horizonte."

Que bonito¡¡¡ Menuda descripción del atardecer. Impresionante

Saludos fiestero lagareño

Porverita dijo...

Con el calor que hace en Madrid, ese trabajo de Bernardo y Dolores en la trilla me está pareciendo muy duro, a pesar de los rústicos cantes del campesino.

Me he apuntado -por si necesito otro apodo- el sombrenombre que más me ha gustaó de toda la relación: "El Nomeapuntes"... lo que te debo

Salud.

Juan dijo...

Yo no se que, pero al leer la descripción del atardecer, parece que se me enciende en mi memoria, una lucecita de un lejano, pero vivo recuerdo.

En cuanto a los cortijos que se nombran, recuerdo: Lo Millana donde vivía Pepe Mayo, el de Ponce, que estuve yo trabajando de "pavero" con 8 años, Caserio de Los Lopez, aqui vivían entre otros, "Quinito" con su familia, Juan Portillo, (tio del alcalde de la panda infantil, Salvador Allende) Rafael Portillo.
Y en los dialogos, al leerlos recuerdo algunos, de haberlos leido antes si.
Mira por donde voy a leer la novela otra vez, ja ja ja, Gracias Jose Mari por estos aportes.

OTRO dijo...

Realmente bella la descripción del Lagar pero no le va a la zaga la de nuestro Andrés Jiménez en su poema
La Finquita; para mí insuperable.

El trabajo de Violín ejemplo de degustación meticulosa propia de un gourmet sensible a lo sencillo por grande y a lo grande por sencillo.

¡Bravo!

Violín SantaCatalina dijo...

Muchas gracias, familia bloguera.

Por supuesto, La Finquita, es insuperable, de lo mejor de Andrés Jiménez.

Muchas gracias también por esa bella descripción, del todo inmerecida, pero muy bonita.

Saluditos Nomeapuntes, PandaVerdiales, Juanele, OTRO, ...