miércoles, 31 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (II)
Folklore Andaluz
Gracia y belleza de los verdiales malagueños
(1ª parte)

     En mis búsquedas cibernéticas, me tropecé un día con el título de un artículo de periódico que decía: “FOLKLORE ANDALUZ. Gracia y belleza de los verdiales malagueños”. Aunque el título era atrayente lo que realmente me provocó la compra de dicho periódico fue la fecha de edición del mismo: “15 de diciembre de 1945”.

     El periódico en cuestión era “El Español” y el autor del artículo fue “Claudio Grondona Ruiz”, periodista que en 1949 formaría parte de la plantilla de RNE en Málaga. Intenta convencernos de que el nombre correcto de los Verdiales debería ser VEDRIALES, pero hasta él no se pone de acuerdo consigo mismo y lo va nombrando con uno u otro nombre indistintamente.

     Nos da su punto de vista en la historia y antigüedad de los Verdiales, haciendo hincapié en su origen moro y encontrando similitudes con las fiestas marroquíes. ¿Por qué no fueron ellos los que tomaron influencias de nuestra Fiesta Íbera de verdiales durante los ocho siglos de presencia musulmana en España?

Venta de Matagatos - Foto Revista Jábega


Desde hace muchos, muchísimos años, se conoce por partido de Los Verdiales, en la provincia de Málaga, una extensión de terreno que radica en la margen derecha del río Guadalmedina y al que se llega, partiendo de la ciudad, por el camino de Suárez o Antequera, en suaves pendientes y pequeños declives. Como centro geográfico de este partido podríamos señalar la famosa “Venta de Matagatos”, de la que escribiremos algún día, ya que su sola mención reaviva gratísimos recuerdos. Por otra parte, al mismo pie de la sierra de Mijas, en la que hace siglos se hallaba emplazado el “Hins Mixas” de la cora o amelía morisca malagueña, también se encuentra un pequeño rancho llamado Los Verdiales o Vedriales. Cuál de los dos es el verdadero no se sabe con certeza; más lo que si se sabe es que de uno u otro toma su nombre una canción y baile, o fiesta, que con el tiempo se transformó en patrimonio de toda la provincia, ya que lo mismo se practica en cualquier punto geográfico de ella. Dicha canción y baile merecen especial estudio y atención siempre que se hable o escriba del cante “jondo”, y, ante todo, de “la malagueña”, puesto que a mi parecer, y según se desprende de innumerables pruebas étnicas, geográficas, históricas y floklóricas que a continuación vamos a detallar, es esa canción regional (“la malagueña”) una de sus mejores facetas y no al contrario, como se sustenta actualmente.

Respecto a la palabra o nombre de Verdiales, también sería conveniente aclarar algunos puntos. Efectivamente, ¿se dice o escribe verdiales o vedriales?... Del estudio etimológico natural de dicha palabra o nombre (y digo natural, ya que no pude hallar referencia bibliográfica alguna) se desprende, de forma elemental, que debe decirse o escribirse Vedriales, sustentando esta tesis particular lo siguiente: El segundo lugar aludido, conocido por Los Vedriales, se denomina también Los Tejones, nombre que toma (siguiendo la costumbre de adaptar los accidentes del terreno al nombre, como por ejemplo, Carrascales, Mesas, Oya, Barrancas, etc., tan abundantes en la toponomia andaluza) de los numerosos tejos, lascas o piedras planas que, desprendidas de la serranía por fenómenos geológicos, sembraron el suelo de miles de trozos calizos, en los que debe haber cierta parte de mies o cristales de cuarzo, ya que brillan al sol, y de ahí Vedriales, es decir, vedriado o vidriado. Anotemos de paso la pronunciación del provinciano andaluz, para el que es mucho más fácil decir vedriales que verdiales, como se comprueba al ser preguntado. Queda por averiguar, por último, cuál de los dos lugares es el primitivo. Mas se diga de una u otra forma, esté en una u otra parte, que para el caso que nos ocupa es lo mismo, lo cierto es que basta retirarse de diez a quince kilómetros solamente de la ciudad para que surja con gran potencia, que se acentúa a medida que caminamos hacia el interior, este baile y canción que nunca se separan y con los cuales tanto se divierten mozos y mozas de la provincia malagueña.

Como ya es sabido, apenas se escarba ligeramente en el estudio folklórico de Andalucía encontramos lo árabe o bereber, oriental o africano (Muza o Tárik); pues bien, a nuestro parecer, he ahí, en los verdriales, una de las más vivas expresiones del cante “jondo” (árabe puro) y del bolero, con una gran influencia beduina o africana.

Ya sabemos también que perdido el famoso “ala” en Andalucía, vino a sustituirlo el cante “jondo”, que aun perdura. Por lo que respecta al baile, se advierte en su estudio folklórico que sólo la famosa zambra es la que se mantiene en los alcázares sevillanos y granadinos, con escenarios muy lujosos, mientras el llamado bolero se populariza al pasar al pueblo, que lo encuentra de fácil manejo y ejecución. Después los siglos lo alejan de los centros que se modernizan rápidamente, y vuelve a las coras, de donde salió, manteniéndose en su estado primitivo. Queda en la ciudad, sin embargo, un bolero fino, estilizado, mientras la canción, por el mismo itinerario, modula su tema musical y se convierte en la llamada “malagueña”, en su camino ascendente hacia una escuela y un estilo. El instrumental antiguo también se abandona y queda la guitarra, con la que el “cantaor” pule y perenniza la copla, que se hace regional a través de las generaciones, para llegar nada menos que al siglo XIX y desaparecer nuevamente tras los maestros Chacón, Juan Breva y otros muchos.

Se desprende de todo ello que la “malagueña” fué, y es, por tanto, una viva faceta de los vedriales, al que se fué agregando, en su tiempo y lentamente, lo que podríamos llamar barroquismo árabe del ¡alalá!, convertido luego en el ¡ay! del cante “jondo” o andaluz. Es decir, en un curso natural y lógico, la copla sencilla, primitiva, al ser cantada, generación tras generación, por “maestros” del cante y buenos aficionados, tiende al adorno, al floreo de los tercios, en los que se repiten versos y modulaciones tantas veces se cree necesario para mantener el típico ¡ay! con una poderosa voz. De ahí el que la “malagueña” se mantenga pura en sucesivas generaciones por quienes supieron o la pudieron interpretar; mas en cuanto faltan los maestros, los grandes aficionados, es decir, en cuanto no hay, facultades, se esfuma en la curva descendente y natural de lo que fué creado de la sencillez, para convertirse en dificultad.



Es por ello lógico buscar el primitivismo de la tal canción no en la ciudad, donde el cante está sujeto, ciertamente, a las variaciones y caprichos de las generaciones (adulteración y poco poder interpretativo), sino en el campo, donde no se manosea, donde se practica en escenarios naturales y es factible conservar y trasladar más pura de padres a hijos sin perder su encanto primero. Creo que esta tesis es la más acertada. Dichas razones sustentan también el porqué los vedriales se conservan casi intactos, lo que se debe, sobre todo, a su actual refugio, la provincia malagueña, en la que el escenario y ambiente euroafricano de tierras, pencales, olivos y viñedos (entre los que parece surgir a cada momento un minarete oriental o una chilaba), atrae y sabe guardar como un tesoro legado tan precioso. Para reafirmar esta tesis podemos apuntar razones históricas, como por ejemplo, la que demuestra que Málaga, no ya en las primeras invasiones, sino mucho después (siglos VII al IX), no era la capital de la cora o amelía malagueña, sino Archidona (Reya, Medina Arxiduna o Hadira Arxiduna); y como sabemos que los primeros invasores fueron africanos, es decir, bereberes, cuyos músicos debieron traer, junto a las armas, instrumentos y canciones bárbaras, es natural pensar la procedencia de parte de ellos, agregándose luego la influencia de la música y canción árabes, lo que vuelve a reafirmar el que los vedriales y, por tanto, la “malagueña”, son tanto o más antiguos que los cimientos de Gibralfaro, como dijo José Carlos de Luna al referirse a su procedencia. Apoya también estas razones el erudito malagueño Francisco Bejarano, en un artículo publicado en “Miramar”, correspondiente al día 9 de agosto de 1944, sobre la “malagueña”, donde dice: “De este fandango popular (vedriales) procede quizás y sin quizás para algunos, la “malagueña”.”

Que los verdiales son uno de los más ricos filones moriscos que posee Andalucía lo prueban tantas razones; pero desconcierta saber aún más; por ejemplo, que hay una réplica de este baile nada menos que en Rumania. Este hecho no hace sino reforzar su primitivismo en cuanto se piensa un poco en el Imperio Bizantino, única forma de poder relacionar tan tamaña y lejana aparición.

La enorme influencia árabe en los vedriales se advierte inmediatamente en su instrumental, letrilla, ambiente y cuanto lo rodea. Basta presenciarlos en cualquier cortijada o lugarejo de la provincia para que el más profano en la materia no advierta seguidamente, tanto en su música bárbara, africana, aborigen, como en la canción que acompaña, la polifonía beduina de las tribus nómadas pastoriles del septentrión africano, y la modulación árabe, lánguida y ardiente, casi igual en todo a las actuales fiestas moras del Marruecos español.

     En el próximo artículo nos describirá los instrumentos y como transcurre una Fiesta de Verdiales, en su entorno habitual, el cortijo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (I)
Festival de Verdiales en Málaga (España)
28 de Diciembre de 1971
(6ª y última parte)

     Tras el buen repaso por todos los instrumentos y por los arcaicos orígenes de la Fiesta de Verdiales, se adentra en los tres estilos, vestimenta y el gorro de Verdiales. Al hablar de los estilos, parece apuntar que el estilo de Montes es el más antiguo.

Existen tres estilos principales de Verdiales en consonancia con las regiones en las sierras ubicadas detrás de Málaga. Estas regiones son: Los Montes de Málaga que comprenden las montañas al norte de Málaga; la Región de Vélez o planicie al este de Málaga, junto a los bancales del río Vélez; y la región al oeste de Málaga. La región de Vélez dice haber sido la que originó la música de los verdiales. Allí, el ritmo es mucho más rápido. En efecto, esto no es un añadido a su encanto. La música de los Montes de Málaga parece ser la que posee un estilo y ritmo más adecuado, y su audición repetida confirma esta impresión. Realizar una descripción técnica de esta música en sí es algo que va más allá del alcance de este artículo. Esto es un asunto a tratar por un especialista.

El atuendo de las pandas es importante, ya que los gorros de Verdiales, esos “sombreros mágicos” o sombreros de flores, relacionan a sus portadores con otro ritual de hombres danzantes en Galicia, Almonacid del Marquesado, Verín; con los danzantes ingleses; con los Calusaris rumanos y con los “osos danzantes”; los Russalii Búlgaros; con algunos rituales yugoslavos de mujeres danzantes de la primavera, y con otros muchos a lo largo del continente.

En una fotografía antigua que me mostraron hace ya diez años, los verdialeros vestían camisas blancas de algodón y pantalones, un gorro de verdiales y llevaban un bastón en cada mano [and held a stick in each hand]. El color blanco podría encajar en su función de espíritus de la vegetación, o como la regeneración de la naturaleza, tal y como las implicaciones del ritual parecían señalar.

El gorro de verdiales merece un examen más detallado debido a su simbolismo. Entre “lo folclórico” tradicionalmente, una rosa significa una mujer; un clavel significa un hombre; una margarita es la perla del mar (emblema de la resurrección y conectado con Venus -Afrodita-); una eglantina de cinco pétalos es una flor de la luna, y el número cinco está además relacionado con la luna y con el agua; los festones de perlas de vidrio representan las gotas de lluvia, como es el caso de las perlas de los Calusaris rumanos, en los que no hay duda de que las llevan en su sombrero por el mismo motivo: la fertilidad de los campos. Desde hace milenios, la piña procedente de las coníferas ha representado a la abundancia o a la fertilidad; las estrellas de mar poseen cinco brazos que representan al agua y que están relacionados con la luna, las panderetas son símbolos lunares, tal y como hemos visto, y además son símbolos femeninos, mientras que los espejos son profilácticos y evitan la influencia del demonio. Los espejos estaban cosidos con cintas de colores o bordados en sus bordes con material hermoso. Todos estos amuletos de buena suerte se colocaban para asegurar la plenitud y la fertilidad de los campos y el ganado a través de la “magia simpática”. Las numerosas cintas de colores de tres pulgadas de ancho que caían sobre los hombros y espaldas de los hombres indicaban que ellos estaban, o que deseaban estar, en contacto con los espíritus de los tres reinos: la tierra, el mundo viviente y las “regiones superiores” o esferas. Muchas de las cintas tenían flores de cinco pétalos bordadas sobre las mismas.

Cuestiones tales como de dónde habían obtenido ese tipo de gorros siempre implicaban la respuesta de que las esposas “los habían hecho en casa”.

Tras la recogida de la aceituna, la danza de acción de gracias es tan importante como la música en sí. Ellas van juntas. Los bailes son circulares, los dos primeros versos representan hexágonos ú octágonos, y ambos son números sagrados referidos al sol. Los dos últimos versos se producen en una formación de “radios de rueda”, que también es un símbolo solar, particularmente el último verso representa una rueda girando. La importancia del sol en este caso resulta obvia. Los pasos son difíciles y cansan al que los ejecuta. Una pierna debe cruzar por encima de la otra rápidamente, mientras que se realiza un rápido cambio de peso del cuerpo desde la pierna que sustenta al cuerpo hacia la espalda y se gira de lado de forma peculiar. Cada pueblo posee su propia versión, al igual que sus propios vestidos. La Sección Femenina posee una buena colección de estos vestidos usados por sus propios grupos. Difieren de los de la ciudad de Málaga, los cuales datan del siglo dieciséis, cuando la moda estaba muy extendida en la mitad sur de España.

Un pueblo favorece las diagonales y los rombos en colores brillantes en un fondo mostaza. Otros prefieren colores más moderados. El más hermoso de todos ellos era el de Aguedita con rayas verdes y blancas, que todavía es el vestido de un pueblo.

Lo que he descrito es tan sólo una pequeña parte del festival de Verdiales, del que fui testigo. Todo ello sugiere que hay todavía mucho más acerca de la música, danza e implicaciones de esta fiesta que deben ser estudiadas, y que conectan las reminiscencias de un rito agrícola obviamente antiguo con otros rituales que se extendían por toda Europa. Con este objetivo en su punto de mira, una buena parte de la investigación ha sido cubierta por las investigaciones de Violet Alford, que intentó realizar un mapa de estos rituales. A pesar de las limitaciones de mi trabajo, le dedico el presente artículo a ella, por haber sido la primera persona que despertó mi interés por el folclore.

     A continuación os cuelgo el artículo original, extraído de la revista FOLKLORE Volume 83 - Winter 1972, publicada por THE FOLKLORE SOCIETY.

     Simplemente recordar que todo este artículo no hubiera sido posible sin la gran ayuda de mi amigo y compañero de Fiesta, Eduardo García "El Catalán", quien se ha currado toda la traducción del artículo.

Lucile Armstrong

lunes, 22 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (I)
Festival de Verdiales en Málaga (España)
28 de Diciembre de 1971
(5ª parte)

     Comienza ahora a interpretar y dar sus propias conclusiones sobre todo lo visto y preguntado, quizás esta parte sea más interesante que las anteriores, porque es donde muestra sus conocimientos de otros folclores y aporta explicaciones sobre la ubicación de la Venta El Túnel, la utilización de los platillos, del pandero...

     He utilizado los corchetes para incluir un comentario sobre una traducción.

PROBLEMAS E INTERPRETACIONES;

Debemos ahora de ocuparnos de los distintos asuntos que se aprecian en este festival y considerar sus implicaciones.



En primer lugar, el sitio en el que se celebra. ¿Por qué se eligió a la Venta del Túnel para esta competición musical? Puede ser porque es una casa situada convenientemente en mitad de las rutas de los distintos pueblos que rodean Málaga en los que la aceituna verdial es cultivada; parece ser que hace tiempo fue una posta de caballos debido a su proximidad a Málaga. Además, se encuentra situada en la carretera principal que atraviesa las sierras del interior. A pesar de todo ello, si tomamos este lugar con todas sus consideraciones, el asunto de su elección aparecerá con más claridad.



En la antigüedad, los lugares sagrados se elegían si combinaban un cerro o lugar alto desde el que se divisase un río con meandros, es decir, un “río serpenteante” (los ríos con meandros, con curvas, representan a la serpiente, que es un símbolo de fertilidad, y que se supone que provee de aguas vivificantes para los cultivos) y a ser posible orientada también a una caverna en una cara rocosa (que representa el vientre de la Madre Tierra). A pesar de que no conseguí localizar ninguna cueva o caverna, las otras dos condiciones sí estaban presentes en la Venta del Túnel.



Las pandas están bien organizadas, el alcalde organiza los ensayos durante el año y es responsable del bienestar de su panda. Las pandas jamás tocan si no son dirigidas por su alcalde y éste les indica que deben hacerlo. Las nuevas letras para las coplas son creadas por poetas y trovadores locales.



Los músicos no dicen: “Vamos a tocar”, que es la fórmula usual, sino “Vamos a chocar” (vamos a golpear, a chocar las chocallas o platillos). Esto implica que las chocallas o platos eran los instrumentos más importantes desde el punto de vista del ritmo o del sonido, o posiblemente eran los instrumentos que ya estaban originariamente, cuando el rito evolucionó. De lo contrario, el verbo “chocar” no debería ser usado. En Andalucía, en el suroeste de la Península, los platillos apenas se usan, aparte de en los Verdiales. Son tocados una pareja de ellos en cada mano en danzas tales como el Zorongo y la Zambra, que en ambos casos poseen nombres Árabes o Bereberes. En este caso, se les denomina a estos instrumentos “chichines”.



Más allá del Estrecho, en Marruecos, entre los Bereberes de las Montañas Atlas y Ante-Atlas, son utilizados unos platillos muy similares para la percusión. Allí, se tocan tres de ellos simultáneamente: dos en la mano derecha y uno en la izquierda que golpea los otros dos. Están hechos a mano en bronce, prácticamente como los de los verdiales, con una cuerda que pasa por el centro de los mismos, y que rodea la mano izquierda del músico, pero que son sujetos con los dedos pulgar y corazón de la mano derecha. (Esta información me ha sido proporcionada por el Sr. Iain Adam).



El gran tamaño del pandero así como el número de sonajas encontradas en el mismo hacen que éste pueda ser escuchado desde lejos. Las panderetas son utilizadas a lo largo de toda la Península, pero en ningún lugar llegan a alcanzar este tamaño. Algunas tribus en Marruecos fabrican panderos similares, pero el pelo del animal permanece aún en la piel del mismo no teniendo además sonajas. La piel de cabra es más resistente que la piel de oveja, aunque ambas se emplean para la cabeza [No hemos encontrado una traducción más acertada para: Goat-skin is more resistant than sheep-skin, but both are used for the head]. La pandereta es bien conocida como símbolo de la luna, y entre los monjes egipcios y en la zona del Cercano y Medio Oriente, así como en Asia Central, los chamanes usan panderetas. Se trata de una parte esencial de la acción de un chamán en sus ritos y la usa como si de su “caballo” se tratase para transportarlo a otros mundos. (Mircea Eliade, El chamanismo y la técnica arcaica del éxtasis, Payot, Paris, 1959).



El violín y las guitarras apenas si resultaban audibles en un entorno abierto si los comparamos con los instrumentos de percusión, así que parece que no pertenecieron en su origen a la composición instrumental de los verdiales. Posiblemente reemplazaron a algún instrumento de sonido más fuerte como puede ser una chirimía o flauta o posiblemente la gaita. Los instrumentos de cuerda jamás encajan con los de percusión en interpretaciones al aire libre. En Aragón, en donde los instrumentos de cuerda han sido adoptados para interpretar danzas al aire libre (posiblemente desde el tiempo de los Moros) requieren alrededor de veinte manolinas, guitarras y bandurrias para que puedan tener suficiente impacto. Permanece todavía algo de misterio que debe ser resuelto. En Turquía, por ejemplo, zurna y davul (chirimía y tambor) son habituales en las danzas al aire libre en la mitad oriental del país. Los instrumentos de cuerda jamás se mezclan con estos dos, y con razon.



Las muecas de los pandereros eran una reminiscencia de los cantaores de flamenco, que expresan con sus gestos hasta la última sensación de su cuerpo, o el de una persona que entre en un estado de frenesí o de trance. Los ojos cerrados y el constante golpeo de la pandereta nos traen a la mente a los devotos de Cibeles, la antigua diosa de la primavera en el antiguo Próximo Oriente, los cuales, vestidos con pieles de leopardo, tocaban tambores y panderetas y hacían sonar trompetas autolesionándose, en un estado de frenesí en su intento por adorar a su Diosa de la Tierra. La palpitante calidad de la percusión hace que las pandas se olviden de todo menos de su toque.

     ¡Cuánta razón lleva cuando habla de esos trances!, no sé si por el poder hipnótico del pandero o el “chocar” de los platillos, pero lo clava, no tanto al decir que es una reminiscencia de los cantaores de flamenco, a mi parecer.


     En la siguiente y última parte de este artículo, seguirá con los estilos de verdiales, la vestimenta, el gorro de verdiales, ...

viernes, 19 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (I)
Festival de Verdiales en Málaga (España)
28 de Diciembre de 1971
(4ª parte)

     A continuación, sigue con la forma y toque de lo platillos, y reconoce el complot que debe haber entre platilleros y panderero. Sigue con el violín y su melodía y las guitarras con sus acordes (parece que se perdió el punteo del estilo de Comares, aunque ya dijo anteriormente que en ocasiones aparecía una bandurria entre los instrumentos de la panda).

     Explica minuciosamente como está formado el gorro de Verdiales, pero realmente se refiere al sombrero de Verdiales.

Sombrero de Verdiales
Los platillos o chocallas que es como también se les llama, parecen ser el siguiente instrumento en importancia. Este par de platos con toda seguridad emiten el suficiente sonido como para ahogar al resto, excepto al pandero. Los platillos varían en su diámetro entre tres y cinco pulgadas, son muy pesados y están fabricados a máquina en latón. La variedad en su tamaño le confiere también diferencias en su sonido. Podría haber dos distintos tamaños de platillos en una misma panda. Cada platillo tiene un agujero en su centro por el cual pasa una larga cuerda firmemente anudada al mismo, enrollándose el otro extremo de la cuerda a la mano del intérprete, es decir, del platillero. Los dos platilleros, tal y como ya se ha explicado, se colocaban en los lados opuestos del círculo, y con un platillo en cada mano los golpeaban de forma vertical arriba y abajo, en ocasiones inclinando uno de ellos ligeramente con el objetivo de variar el sonido obtenido.

Los platilleros se miraban el uno al otro para golpear sus platillos en perfecta sincronía con el panderero. De esta forma, enfatizan, dan acento al ritmo que marca el pandero, y en mi opinión, estos platillos es lo que hace a los verdiales tan característicos.

El violín interpreta la melodía introductoria y acompaña a la voz cuando el cantaor se arranca, continuando con la melodía cuando el verso de la copla termina. Sonaba relativamente débil en comparación con la percusión y apenas si podía escucharse con todo el bullicio alrededor. La forma de tocarlo era igual que la de un violín moderno, que es lo que era. Las guitarras simplemente tocaban acompañando con acordes, tal y como ya se ha mencionado.

Los miembros de las pandas vestían todos unos trajes negros con camisa blanca y sin corbata. Sobre sus cabezas llevaban el gorro de verdiales, un sombrero de paja cubierto por flores de papel y artificiales, con una profusión de cintas que colgaban por la espalda hasta la cintura, unidas al ala del sombrero. Las flores empleadas eran principalmente rosas y claveles, aunque también se encontraban otras flores, tales como la margarita, la eglantina y una flor de forma acampanada que no supe reconocer. La eglantina (la rosa de cinco pétalos) estaba representada y dispuesta por todo el ala del sombrero, con adornos de perlas de vidrio bajo el ala alrededor de todo el borde. Otros elementos de adorno del sombrero eran piñas pintadas en color plata, panderetas en miniatura, estrellas de pescado y diversos espejos que adornaban los sombreros, lo que les confería un aspecto de “cúpulas de flores” sobre las cabezas de los hombres, ocultando casi la identidad de sus portadores, cuyos rasgos faciales oscuros y ojos brillantes apenas eran visibles bajo el festón de perlas. Cuando no se encontraban tocando, los hombres llevaban sus sombreros al hombro, sujetos por una banda, pero, a una señal del alcalde, volvían a colocárselos sobre sus cabezas. Desde lejos parecían como lechos de flores.

Fueron estos gorros de verdiales los que resultaron ser el objetivo del festival de verdiales. Las mujeres vestían vestidos modernos.

Prácticamente no hubo baile el 28 de diciembre, ya que se trataba de una competición sólo de música y versos. Algunas parejas bailaron unas Seguidillas Sevillanas en un pequeño círculo, girando ambas mientras que otro hombre improvisaba algunos pasos, uno por cada compás, dentro de otro círculo, agitando su bandera como si de un torero se tratase a la hora de citar a un toro, creando artísticas “figuras en forma de ocho” hacia atrás y hacia el frente. Además de estas dos, había un grupo de gente joven bailando y algunos niños cantando un juego en el que unían sus manos en un círculo, algo que nada tenía que ver con los verdiales.

El festival comenzó por la mañana, siguió durante todo el día y seguiría durante toda la noche (al menos eso es lo que dijo todo el mundo) hasta las primeras horas del día siguiente. Sólo entonces, al menos eso es lo que me dijeron, las pandas y sus seguidores volverían a casa en autobús o, lo que resultaba ser más común, caminando varios kilómetros de vuelta casa, después de que cada cual “se lo hubiese pasado muy bien”. No permanecí allí para comprobarlo, ya que no había ningún sitio para sentarse, con la excepción hecha del húmedo asfalto o bien la hierba fangosa.

     Nos anticipa parte de sus conclusiones sobre nuestra Fiesta al decir que los gorros de verdiales eran el objetivo de celebración del festival de verdiales.

     Parece ser que Lucile pudo ver un baile de Maragata (llamada también churripampa, molinera, rueda...) cuando nos habla del baile dentro de un pequeño círculo, un baile de bandera y niños con sus juegos de corro, no se perdió casi nada.


     Hasta aquí todas las descripciones y detalles de lo que vio en la Venta El Túnel. A partir de aquí empieza con sus interpretaciones y relaciones con otros folclores internacionales, intentado dar razones o explicaciones de muchas de las cosas que ha visto, aportando datos que son también muy interesantes y que me va a ocupar otros dos artículos más...

Aprovecho la ocasión para felicitar a:
Papás, Pepas y Pepes.

jueves, 18 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (I)
Festival de Verdiales en Málaga (España)
28 de Diciembre de 1971
(3ª parte)

     En esta parte del artículo, entra de lleno a explicar cómo está formada una panda, el alcalde y su vara, la bandera, el pandero. Vemos como indica el tamaño del pandero en pulgadas (entre 45.9cm y 51cm), en vez de en pares de sonajas, que es como solemos hacerlo nosotros.

     Detalla minuciosamente la forma de tocar del panderero, de los platilleros, la colocación dentro de la panda ...

Cada panda se compone de un alcalde, un abanderado y de los instrumentalistas, que en algunos casos también cantan. El alcalde porta una vara adornada por cintas de colores, terminando la vara en un mechón colgante formado a su vez por cintas de colores. El abanderado porta la bandera de su panda sobre la multitud, como si fuese un indicador de dónde se encuentra la panda tanto para sus miembros como para los aficionados a la misma. Dichas banderas difieren tanto en tamaño como en diseño. El instrumento jefe es el pandero, (una pandereta grande de aproximadamente dieciocho a veinte pulgadas de diámetro). Lo habitual es encontrar a dos guitarras acompañando simplemente con acordes, el violín nunca falla, y dos hombres tocan los platillos (el nombre significa pequeños platos), pero en realidad no son más que platillos de latón. Algunas pandas se presentan con una bandurria y una guitarra. El alcalde requerirá a cualquiera de su grupo para que cante una copla o dos, pero hasta que él no lo señale, allí no se canta, mientras que los instrumentalistas tocan a sus órdenes.


A una llamada del alcalde, los miembros de la panda se sitúan en una formación de anillo compacto, dándose la cara los unos a los otros, y no hay ningún director ni guía, tan sólo deben mirarse los unos a los toros durante todo el tiempo, y esta técnica lo hace simple. Tocan y golpean sus instrumentos a una señal de la vara del alcalde. Los dos platilleros, situados cada uno de ellos en los lados opuestos del anillo que forman los músicos se miraban el uno al otro, tocando al unísono y en perfecta sincronía, complementándose los golpes batidos el uno al otro. La sincronización era generalmente excelente dentro de cada panda. Ciertamente, no pude reconocer a una panda como mejor que otra en lo que se refiere a sincronización, ritmo o calidad de la interpretación. Aquellos hombres se encontraban en esos momentos totalmente absorbidos por su música, y los empujones, gritos, clamores y demás de la multitud que los rodeaba los dejaba completamente indiferentes, unidos todos ellos en espíritu, perteneciendo a otro mundo.

Las pandas son juzgadas por un grupo de jueces oficiales, que se sentaron en la parte superior, expuestos al mismo nivel de ruido de toda la multitud de personas. Lo que resultaba difícil de entender era cómo podían con esas condiciones realizar su labor de forma adecuada. Además, algunos autoproclamados “ayudantes” también les aconsejaban. Posiblemente, las letras de las coplas fuesen consideradas como la parte más importante de las canciones, y teniendo en cuenta que aparte de las diferencias naturales en las voces de los cantantes, la música parece tener poca variedad dentro del rápido compás de ¾ en la que se desarrolla. Las letras tratan sobre todo del amor, y frecuentemente son cantadas por un amante despechado. Por ejemplo: “…tuve que tenerla a ella en lugar de su madre…”, “…tu promesa desapareció como el agua en un arroyo…”, “…hasta el caballo lloraba…”

El pandero, el instrumento musical más sonoro y más importante, guía la panda y los demás parecen seguirlo. El pandero, una pandereta de alrededor de veinte pulgadas de diámetro, tal y como se describió antes, y con una profundidad de tres a cuatro pulgadas, tiene una piel de chivo por un lado con dos bordones bajo el mismo. El marco o aro está fabricado en madera de castaño, compuesto de tres pequeños listones que mantienen tensa la piel y que sirven para sujetarla. Presenta al menos dos, o lo que es más usual, tres, filas de sonajas (pequeños discos cóncavos de 2 pulgadas y media a tres pulgadas, enfrentados los unos a los otros) y que recorren todo el marco. Todo ello hace al pandero pesado, así que el agujero destinado a que por el mismo pase el pulgar no resulta suficiente para sujetarlo por lo que una banda de tela, enrollada alrededor de una cuerda sirve para apoyar la sujeción con la mano izquierda. Se coge verticalmente, situando la mano izquierda en la parte baja, y la derecha golpea de alguna de estas tres formas: con la punta de los dedos hacia el centro del pandero, con la parte gruesa del pulgar golpeando el aro o bien golpeando con la parte carnosa de los dedos la piel situada cerca del aro. Los panderos se pintan de verde y llevan lazos de colores alrededor del aro del mismo. Son hechos a mano, por lo cual difieren de grupo en grupo, es decir, de panda en panda.

Los panderos se tocan dando dos golpes a compás, es decir, seis golpes a un compás de ¾. De vez en cuando, el panderero recorría con su pulgar toda la superficie de la piel del pandero cerca del marco y hacía un redoble sobre el gran pandero, con el fin de acentuar el ritmo o bien para terminar una frase. Cada vez que el marco del pandero era golpeado, las sonajas sonaban, añadiendo su sonido metálico…

El panderero se movía alrededor del círculo que formaban los otros músicos, los cuales permanecían firmes cada uno en su puesto. Habitualmente cantaba al mismo tiempo que tocaba, pero en cualquier caso se inclinaba hacia la derecha en un ángulo de cerca de noventa grados, y su rostro con frecuencia se distorsionaba en una mueca. De vez en cuando, el panderero volvía a enderezarse para volver otra vez a inclinarse hacia la derecha. Todos los pandereros hicieron esto.

     Vemos cómo explica los rajeos que hace el panderero, aunque no sepa darle nombre. Leyendo la descripción que hace de las posturas del panderero me recuerda una foto que aparece en el libro de Andrés Jiménez Díaz: “VERDIALES. Patrimonio Musical del Campo Malagueño. Cosas, coplas y sentires”:

Pepe "El Sardina" en plena ejecución.
Fuente: VERDIALES. Patrimonio Musical del Campo Malagueño.
Cosas, coplas y sentires.

     En este mismo libro aparece otra foto de Antonio Cobos “El Galleta” donde podemos ver al trasluz lo que Lucile llama “los dos bordones” bajo la piel del pandero:


Antonio Cobos Luque "El Galleta".
Fuente: VERDIALES. Patrimonio Musical del Campo Malagueño.
Cosas, coplas y sentires.

     Espero que estéis disfrutando de nuestra amiga Lucile, porque aún hay más, todavía sigue con los platillos, los platilleros, el violín, el gorro de verdiales, ...

miércoles, 17 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (I)
Festival de Verdiales en Málaga (España)
28 de Diciembre de 1971
(2ª parte)


     Una vez decide venir a conocer en primera persona la Fiesta de Verdiales en el concurso de la Venta El Túnel, recurre a la Sección Femenina de nuevo, donde le informan del horario del evento.

Contraportada de la Revista FOLKLORE

     En esta parte del artículo nos relata cómo llegó a la venta, cómo era el camino (en 1971) e incluso el origen del nombre de la venta. Lucile Armstrong debió ser una persona muy observadora, además de conocedora del folclore internacional, porque todo lo describe con mucho detalle y, a partir de ahora, casi siempre acertadamente.

Decidí ir allí a ver el festival correspondiente a 1971 y llegué a Málaga cuatro días antes del mismo para asegurarme de los detalles exactos referentes a la hora, lugar y transporte hacia el evento. La información fue muy difícil de conseguir. Desde la Jefatura de la Sección de Danza de la Sección Femenina (un organismo oficial de mujeres apoyado por el Estado y que tiene entre otros deberes, la labor de la investigación y la preservación de las danzas locales folclóricas) se me indicó que el festival comenzaba a las 4 de la tarde del día 28 de diciembre. Pero cuando llegué a las 3 y media de la tarde, el lugar ya se encontraba lleno a rebosar. Había comenzado por la mañana.

Un autobús transita a lo largo del recorrido del río Guadal Medina (“río de la ciudad” en árabe), llegando hasta las colinas situadas a pocos kilómetros de Málaga, en donde se encuentra un embalse, y en donde se está empezando a construir una amplia carretera que conecte Málaga con Ronda. Más arriba, en campo abierto, el campo se rompe por las laderas de las sierras. Aproximadamente tras una milla desde la presa, encontramos una curva del río con un promontorio plano, es decir, con una terraza. En aquel lugar se encuentra la Venta del Túnel, copada en ese día del año por una multitud bulliciosa de personas. El puente del ferrocarril pasaba por la garganta del río en aquel lugar, y la carretera antigua discurría a través del túnel del ferrocarril, de ahí el nombre de la venta.

La Venta del Túnel es un lugar de encuentro internacional en donde podemos apreciar a multitud de personas que se agolpan estrechamente en ese día. No había lugar donde sentarse o descansar; e incluso los mojones alineados sobre los barrancos se encontraban densamente cubiertos de espectadores. La estrecha carretera de acceso a la venta, llena de curvas, presentaba en cada uno de sus lados tres hileras de coches estacionados en el arcén. El tráfico rodado tenía serias dificultades para transitar y existía además el peligro de que los vehículos estacionados pudiesen acabar en el fondo del barranco. Un autobús intenta abrirse paso en la subida pero consigue detener absolutamente todo el tráfico. Lo más sensato parece ser ir a pie.

Las multitudes de gente continúan llegando por la carretera estrecha y a través de los campos, dándose empujones, gritando y dándose codazos por el camino en lo que aparenta ser un sólido muro humano. Los miembros de las pandas llevan cada uno de ellos su propio instrumento de música, mientras que los seguidores de las mismas llevan cestas con comida. La bebida se encontraba en la venta. Cualquier admirador de una panda comprará una botella de vino o de licor, y la ofrecerá al grupo, con una caña que atraviese el corcho de la botella. En recompensa a su regalo esperará que le toquen verdiales dedicados a él (después del descanso y el refresco debido). La botella pasó de mano en mano hasta que, a una señal del alcalde, pararon de beber y comenzaron a tocar. Cada canción duró entre tres y cuatro minutos, y después de un descanso, comenzaron a tocar de nuevo, sin importarles la proximidad de la siguiente panda. En ocasiones, a una corta distancia de dos metros se podían escuchar simultáneamente a cinco o seis pandas.

     Cuando habla de canción debemos entender que se refería a una lucha de Fiesta, detalle que no llegó a aprender, pero ya vemos que va entrando en materia y aportando datos sobre el ambiente en la venta.

     En el próximo artículo veremos como describe todos los componentes de la panda, instrumentos, el cante, ...

Continuará ...

martes, 16 de marzo de 2010

Cómo nos vieron y qué publicaron (I)
Festival de Verdiales en Málaga (España)
 28 de Diciembre de 1971
 (1ª parte)

     Hace algún tiempo pude hacerme con una revista inglesa donde aparecía un artículo sobre los Verdiales de Málaga. Dicha revista (FOLKLORE – Volume 83 Winter 1972) fue publicada por The Folklore Society (fundada en 1878 en Londres) que fue una de las primeras organizaciones dedicadas al estudio del folclore.


Portada de la revista FOLKLORE

     El artículo en cuestión fue escrito por Lucile Armstrong, discípula de Violet Alford (grandes estudiosas del folclore europeo) y titulado "El Festival de Verdiales en Málaga (España), 28 de Diciembre de 1971.

     En una primera parte del artículo que a continuación podréis leer, traducido gracias al trabajo realizado por mi amigo y compañero Eduardo García “El catalán”, aporta muchos datos sobre lo que le cuentan de los Verdiales, casi todos erróneos, seguramente influenciados por la Sección Femenina.

La primera vez en la que escuché el término de “Los Verdiales” como danza fue hace veinte años. Como profesional de la danza española, Aguedita Sarasua me los enseñó y los bailó sobre el escenario. El vestido que portaba para dicha danza era verde con rayas blancas, con dos volantes en la parte inferior del mismo y una banda verde bajo cada volante, las mangas abullonadas con un volante y un pañuelo verde raso. Esto me sorprendió, ya que el color verde no es precisamente el favorito entre el campesinado del sur de España; a pesar de que en las regiones del norte de la Península es un color aceptado en las faldas, en el caso del Sur “trae mala suerte”, y los Verdiales poseen un claro sabor sureño. Este vestido me sorprendió. El tiempo me demostró que me encontraba ante un traje regional correcto.

Nadie pudo decirme de dónde venía la danza o proporcionarme información alguna acerca de la misma. La formación que presentaba dicha danza me hizo sospechar que se trataba de una danza ritual. Me costó alrededor de quince años de investigación descubrir que Los Verdiales es el nombre de un tipo de aceituna con bordes puntiagudos, a la que se deja madurar, es decir ennegrecer, antes de recolectarla. Al árbol en el que se cultiva se le permite alcanzar su altura plena. Cuando las aceitunas verdiales están maduras, las ramas de los olivos son golpeadas usando unas garrochas flexibles para hacerlas caer. Es entonces cuado son recogidas del suelo y llevadas hasta grandes cestas, desde las que son transportadas hasta las almazaras en las que son procesadas.

Entre otros lugares del sur de España, las aceitunas verdiales crecen por todo el abrupto territorio que rodea Málaga, hasta llegar a las sierras, en donde cada pueblo tiene sus propias festividades, trajes regionales y un grupo de músicos locales a los que se denomina panda. Una panda es un grupo de músicos ataviados con un traje ritual y que interpretan con danza, música y canciones rituales la acción de gracias por la cosecha obtenida.

Hasta aproximadamente la década de 1940, los Verdiales eran bailados ritualmente sólo por hombres, pero desde entonces, cuando se convirtió en una moda para la gente de pueblo los bailes folklóricos, las mujeres fueron admitidas en el baile, y hoy día parece que son las que principalmente se ocupan de la danza. A pesar de ello, las pandas continúan siendo puestas en escena por y para hombres. En 1950, la competición de Verdiales tuvo lugar en la venta denominada Venta del Túnel. Dicha competición tiene fama de haber sido instituida el 28 de diciembre, cuando el Alcalde de la ciudad de Málaga sube hasta dicho lugar para entregar los premios a los ganadores del mismo. Hace unos ocho años se decía que esta competición era poco conocida, excepto para las pandas. Desde entonces está siendo organizada “para turistas”. Pero una competición entre pueblos propiamente dicha se dice que ya existía desde mucho antes.

     No acierta ni en definir la aceituna verdial, ni en muchos otros datos como el año del concurso en la Venta El Túnel.

     En próximos artículos veremos cómo Lucile decide visitar el concurso en la Venta El Túnel y cómo describe todo lo que percibe, dándole su punto de vista como conocedora del folclore europeo.

Hasta el próximo artículo

sábado, 13 de marzo de 2010

Bienvenidos al blog

     Tras un tiempo de letargo, he reabierto el blog con nueva dirección y diseño, con el único propósito de mostrar algunas informaciones curiosas, referentes o cercanas a nuestra más preciada Fiesta, la Fiesta de Verdiales.

     Fiesta de Verdiales, próximamente Primer BIC (Bien de Interés Cultural) inmaterial por la Junta de Andalucía, pendiente de su publicación en el BOJA.


Hasta el próximo artículo.