lunes, 10 de mayo de 2010

EL MUNDANAL RUIDO (IV)

     A raíz de encontrar esta novela e investigar un poco sobre el autor, me compré un libro editado por la Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, en 1970 que recoge 12 historias bajo el nombre de “Doce costumbristas malagueños”.

     En la historia 9ª aparece el capítulo tercero de “El Mundanal Ruido” bajo el título “Los Inocentes”, de Ramón A. Urbano Carrere. Otros de los autores costumbristas que aparecen son: Serafín Estébanez Calderón, Pedro Gómez Sancho, Salvador Rueda Santos, Narciso Díaz de Escovar, y así hasta doce.

     En el prólogo del libro aparece una clara descripción de lo que significa el costumbrismo:

“El costumbrismo es la historia menuda de cada día, el quehacer repetido, el pregón de cada hora, las pequeñas virtudes y los pequeños vicios de sus habitantes, el tonto y el listo del momento, los dimes y diretes, los recuerdos, todo lo que el pueblo ve y practica a diario sin valorar su autenticidad ni su importancia.”

     Ésto me confirma la idea de que la novela de nuestro virtuoso violinista Gabriel, está basada en hechos reales, que a finales del siglo XIX, Fortuna, el dueño de la bandera de la parranda (alcalde), bajaba por Pascuas a Málaga a pedir limosnas para los Santos Inocentes, que esta tradición ya la venía haciendo su abuelo, que iban correctamente uniformados en sus visitas a la ciudad (camisa blanca, faja, chaleco, pantalón oscuro y el sombrero de flores) y que las limosnas recogidas por la Parranda de Inocentes, se repartían entre los parranderos, lo que no quita que hubieran otras Pandas que recogieran monedas para entregar en las ermitas.

Uniforme actual (Juan Majallana extraido de pandaverdiales.blogspot.com)
y Gabriel uniformado

     No olvidemos que la fecha del dibujo de Gabriel uniformado es a lo sumo de 1912 y que para esas fechas no existía la Sección Femenina que se crea en 1934, por lo que redundando un poco en lo dicho en el artículo anterior, quizás la idea de que la Sección Femenina impuso el atavío actual en la Fiesta de Verdiales es errónea o se resume en decir que la Sección Femenina supo rescatar el verdadero atavío que usaban los Verdialeros al venir a la ciudad.

4 comentarios:

PandaVerdiales dijo...

Si la fecha es sobre el 1912, queda claro que la uniformidad ya existía por esa época y hablo de uniformidad en términos relativos.

Antiguamente, y podemos verlos en películas y series de esa época, lo hombres llevaban chaleco y faja o fajín alrededor de la cintura, de hecho es donde metían la navaja.

Vamos que más que uniforme, iban vestido de calle, pero de la correspondiente a su época, si al parecer se ha mantenido hasta ahora, pues habría que conservarlo.

Saludos y buen trabajo.

Violín SantaCatalina dijo...

Efectivamente, Juan.

Es más, parte del capítulo 3º aparece ya impreso en 1892 en el cual nos describre el autor cómo iban vestidos, y nos dice justamente eso:

"...consiste en el traje usual, en los botillos nuevos y en la almidonada camisola, amén del sombrero redondo, cubierto enteramente de flores artificiales y adornado con cintas de esmeralda, de bermellón y de cobalto; ..."

Porverita dijo...

Muy bien argumentado. El atavío de Gabrié, salvo el sombrero de lazos, es el de cualquier campesino que se traslada a la ciudad: su mejor ropa y la faja, que sirve de "bolso" o faltriquera.

En la faja podían guardar todo lo necesario -dinero, pañuelo y cubierto, en donde incluyo la faca-

Lo que si parece un invento de la Sección Femenina es al atavío de las bailaoras, al menos el que aparece en la película de Edgar Neville. Eso no tiene nada que ver con la ropa de "domingo" de las muchachas del campo.

Esta tarde me leeré el desenlace de la historia. Estoy en ascuas.

Salud.

Porverita dijo...

¡Vaya, vaya! ¡Qué desilusión! ¡Con lo bien que había empezado esta historia!

El desenlace de la historia de Gabrié parece que la ha escrito un cura: la mujer mala, castigada y con un futuro de soledad; la buena, triunfante y estrenando maternidad; y el hombre, aunque haya llevado una vida de pecado y abandonado a su madre, pues todo se endereza y se le perdona. Hasta la tonta de la Almendrita lo vuelve a aceptar.

Pero lo que no le perdono a Gabriel es que no se haya vuelto a acordar del violín y de la Fiesta. ¡Vaya fiestero de pacotilla! :-(